jueves, 10 de enero de 2008

de porque decidí ponerme a escribr y no otra cosa

Decidí escribir porque creía que los poetas hablaban sobre todo de dolor y a mí me dolía todo y no sabía decir cómo, ni por qué, ni desde cuándo. Sentía el infinito bajo las plantas de los pies, caminando conmigo, dejando una baba dorada que sólo yo podía ver.
Quise escribir para decirles a otros mi versión del mundo, todo podía ser bello en un instante y al momento siguiente ser lo contrario, o cualquier otra cosa indefinida. Quise pasar las tardes observando el tiempo entre los sonidos de las chicharras, esas tardes soleadas, sentadas en el techo de la casa mi abuela, mi pequeño mundo, que en aquel tiempo estaba lleno de otros tantos pequeños mundos que no querían acabarse. Y nos reíamos y guardamos silencio, las tardes, yo, las chicharras, los múltiples personajes que nos acompañaban. Y todo eso lo vivía exponenciado, en un terreno frágil, lúgubre, lleno de carencias. Quería que me miraran, que los grandes, los adultos vieran las cosas bellas que yo había creado en el refugio, casa de mi abuela, y nadie lo notaba. Me veían, quién sabe que estarían pensando al verme, y así estaba yo afligida de no comunicar, frustrada de encontrarme sola en mi silencio, entre esos dos mundos, el mío, el de verdad y el de ellos. No podía confiarle a nadie el hallazgo, el cachito de vida que se alzaba dentro de mi casa, el pensamiento. Estaba llena de emociones.

1 comentario:

Anónimo dijo...

De los textos de presentación de bitácoras que he leído, y de las razones para escribir, es uno de los mejores que me ha sido dado leer en la red, por la sinceridad y por la imagen tan fuerte de la niña sentada en el tejado de la casa de la abuela.
Te felicito. Y me lo voy a copiar para mí. Y volveré. Y si no te importa, te pongo en mis enlaces.
Un saludo