miércoles, 5 de noviembre de 2008

relato para dormir melancólica

esta noche me fugue por el lado más débil de la astucia, había caminado 60 km para llegar a algún lado, 60 era sólo un número para compartir con los operarios de estas calles, mientras trajineras de asfalto llenaban los ojos de transeuntes deperdigados, que como zombies seguian la huellas ocultas de quien sabe que espéctaculo hipnótico.

me arrimé a un árbol sospechando que encontraria un poco de cobijo en medio de esa noche falsa llena de sueños zurcidos a la orilla de mis pechos, sospeché que mi vientre pequeño mar de pajaritos recien despertados no trinaria tan fuerte como para escapar de ese mal sueño.

sí, me fugue torrente marítimo en busca de tu cara hundida en el horizonte oscuro de un asiento, busqué afanosamente encontrarte en medio de esa arena oscura, de esa penumbra que se revolvía aparentando 3ra dimensión, el volumen de tu cara que a su vez buscaba la mía.

como la linterna de un poli intentado el chantaje, la ciudad me devolvio a ese estado de negación de la conciencia, no quería reencontrarte en otro espacio fuera de la nada oscura de la noche, no quería retenerte demasiado porque para entonces las luces habían obrado sus encantos entre otras sábanas, entre múltiples cuerpos sobrvivientes en mi memoria.

y aunque perdí mis alas en algún vagónde metro, o elevador silencioso, todavía puedo levantar el vuelo con la viveza que cualquiera lo hace en estos casos, todavía me escabuyo por las rendijas que quedan entre vigilias, toco el pellejo absurdo del manto oscuro del firmamento, y sigo así, bailando los recuerdos de esta noche que aún no acaba.

1 comentario:

María Tabares dijo...

Mueganita, mueganita... Entraba a tu blog y, como casi no subes nada, pos me quedaba sin leerte. Hoy por fin pude. Llevaba días sin oirte. Aquí, también, hoy es de noche.

Abrazo largo y apretado
María